¿Cómo poder olvidar aquella tarde? Él como todos los días
salía a correr por el parque. Yo, al igual que él, salía al parque pero no por
practicar algún deporte, ni siquiera por ir a pasear. Para mí, el verlo aunque
fuera por corto tiempo era la mayor satisfacción. Al principio pensé que era
una simple persona, que como todos los demás solo me gustaría por algunos días.
Durante las primeras semanas no le tomé mucha importancia. Pasados algunos
meses y sin darme cuenta, me aprendí su horario, que tenis llevaba, que días de
la semana hacia que ejercicios, etcétera. Me gustaba verlo correr, me encantaba
su sonrisa y hasta se me hacia lindo verlo tomar agua. Sin darme cuenta me enamoraba.
Pero aquel día, esa tarde quedará en mi memoria por
siempre. Eran aproximadamente las seis de la tarde. Yo como todos los martes me
alistaba para salir al parque. Llegué de la escuela, por supuesto teniendo en
mente que día era, me bañe, trate de no arreglarme tanto como para ir a una
boda pero lo suficiente para verme bien. Llevaba haciendo esta rutina por más de medio
año. La misma excusa para mi madre, el mismo día, a la misma hora. Todo como un
programa de esos que a la multitud les encanta pero todo el tiempo están
haciendo lo mismo.
Llegué al parque. Me senté en la banca que por meses
había sido testigo de mi admiración por él. Saqué el mismo libro y lo abrí en
la misma página. Esta vez mi rutina cambió un poco. Me pregunté si algún día
tendría el valor de verlo a la cara y preguntarle, al menos, ¿dónde vive? o
¿cómo se llama? Me disponía a meditar mis respuestas cuando lo vi acercarse.
Pasó justo frente a mis ojos, yo suspire. Dio la primer vuelta, la segunda y
después de cinco vueltas, desapareció. ¿Dónde está? me pregunté. Miré mi reloj
y era demasiado temprano para que él se hubiera ido. Con la mirada recorrí el
parque. Solo lo perdí de vista un segundo, pensé. Baje la mirada para ver de
nuevo la hora cuando una persona se sentó junto a mí. No le tome mayor
importancia. Pasaron algunos segundos y la persona que estaba sentada a mi lado
me dijo “¿me podrías decir que hora es?”. Claro que si, dije, son las siente de
la tarde. Me sonrió me agradeció y dijo “yo también quiero saber como te llamas”.
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